Hace unas semanas participé en el pódcast Nortasuna Sarean, un espacio que invita a reflexionar sobre la comunicación desde diferentes vertientes y en esta ocasión, hablamos de comunicación pública.
La entrevista fue una oportunidad para compartir mi visión sobre cómo las administraciones pueden comunicar de forma más humana, inclusiva y transformadora.
Durante la conversación abordamos cuestiones clave: la diferencia entre comunicación pública y comunicación política, los dilemas éticos sobre el uso de redes sociales privadas como canales institucionales y el papel de la comunicación como herramienta de transformación social.
He querido traer aquí un resumen de los puntos principales y de cómo los entiendo desde mi experiencia en comunicación pública:
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ToggleComunicación pública y comunicación política: dos lenguajes diferentes
Uno de los temas abordados en la entrevista fue la necesidad de distinguir con claridad entre comunicación pública y comunicación política.
Ambas comparten herramientas, pero tienen objetivos distintos.
La comunicación política busca influir, convencer y ganar apoyo; la comunicación pública, en cambio, tiene una vocación de servicio: informar, rendir cuentas, fomentar la participación y fortalecer la confianza entre ciudadanía e instituciones.
Confundirlas puede tener consecuencias importantes: cuando la comunicación institucional se utiliza con fines partidistas, se debilita la credibilidad y se erosiona la confianza pública.
Por eso, es esencial reforzar la idea de que la comunicación pública pertenece a la ciudadanía, no a los partidos.
Comunicar desde lo público exige una nueva mirada
Durante demasiado tiempo, la comunicación institucional se ha entendido como una función informativa. Pero en un contexto de saturación de mensajes, desinformación y desconfianza, ya no basta con informar: hay que comunicar con propósito.
Cada mensaje que emite una institución influye en cómo la ciudadanía percibe lo público. Por eso, comunicar bien ya no debería ser un lujo en Administraciones Públicas, sino una responsabilidad democrática.
La comunicación pública debe poner el foco en las personas, no en la institución: explicar el “por qué” y el “para qué” de las decisiones, y hacerlo de manera clara, empática y accesible.
Comunicación pública y participativa
La comunicación efectiva comienza mucho antes del mensaje. Empieza en la escucha: comprender qué piensan, sienten y esperan las personas a las que queremos llegar.
Por eso, las estrategias más sólidas son las que se construyen de forma participativa, con los equipos internos y con la ciudadanía.
Una comunicación coherente surge cuando quienes trabajan en una organización comparten una misma narrativa: saben quiénes son, qué valores representan y qué quieren aportar a la sociedad.
Más allá de la transparencia: comunicar con empatía e inclusión
Cumplir con la Ley de Transparencia no es suficiente si los contenidos no son comprensibles o accesibles.
La transparencia sin empatía no genera confianza.
La comunicación pública debe ser clara, inclusiva y accesible:
usar lenguaje comprensible, ofrecer versiones en varios idiomas, incorporar subtítulos, adaptar formatos y pensar siempre en quién está al otro lado.
El objetivo no es solo informar, sino incluir y conectar. Ahí empieza la verdadera comunicación pública.
Redes sociales: oportunidad, riesgo y decisión institucional
Otro de los temas que tratamos en el pódcast fue el papel de las redes sociales privadas —como X (Twitter), Instagram o WhatsApp— en la comunicación pública.
El debate sigue abierto: ¿deben las administraciones estar presentes en plataformas gestionadas por empresas privadas?
No hay una única respuesta válida.
Por un lado, son canales donde está la ciudadanía, y su ausencia puede aislar a las instituciones. Por otro, su uso plantea riesgos éticos, de soberanía digital y de dependencia tecnológica.
Por eso, la cuestión no debería resolverse con un “sí” o un “no”, sino con una reflexión institucional compartida: analizar objetivos, valores y condiciones antes de decidir.
Cada administración debería preguntarse para qué quiere estar, qué relación desea construir y cómo garantizar que esa presencia respete los principios de lo público.
Comunicar para transformar
Comunicar bien desde lo público es mucho más que difundir información: es construir comunidad, generar confianza y reforzar lo común.
Significa entender la comunicación como un servicio público en sí mismo, que acompaña, explica y conecta.
Porque comunicar no es únicamente contar lo que se hace, sino hacer visible el impacto que lo público tiene en la vida de las personas.
Y cuando eso ocurre, la comunicación deja de ser un trámite para convertirse en una verdadera herramienta de transformación social.
Escucha la entrevista completa (en euskera)
Disponible en Spotify: Nortasuna Sarean – Elkarrizketa Nagore García Sanz
Nagore García
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